Martes de oración: Un Misterio Inagotable: Manantial y Herida

Dios está siempre en mi vida, yo soy el que no se da cuenta. En estos últimos dos meses hemos estado rezando y compartiendo nuestra historia, nuestra psicología, y nuestra espiritualidad en torno a nuestro Manantial y nuestra Herida. Es decir, nuestro Manantial o fuente más pura de Vida, de donde sacamos la fuerza, y las ganas de hacer cosas a pesar de estar cansados y agotados, es una fuente casi inagotable de energía. Y por otro lado, nuestra Herida, este hecho o conjunto de hechos que nos marcaron significativamente y por momentos nos dominan y nos quitan libertad, nos hacen vivir en el pecado.

Ahora, la invitación es ver la dinámica, y aceptar la convivencia de estos dos fenómenos, el Manantial y la Herida. El desafío es darse cuenta, cuando estamos actuando desde Dios, y cuando estamos actuando desde el Pecado. Entendiendo que primero fuimos Amados por Dios, por eso estamos vivos. Y cuando actuamos desde este manantial, el Amor brota y se expande.

Lecturas:

1. Texto del Evangelio (Mt 16,13-20): En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Dice Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.

2. Texto del Evangelio (Mt 16,21-27):

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios». Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Repasamos los pasos para la oración

  1. Ponerme en la presencia de Dios...
  2. Petición: Le voy a pedir algo especial, que reconozca y sienta a Dios que ha actuando a lo largo de toda mi historia.

3. Oración: lectura del evangelio, composición de lugar, revivo la experiencia...

4. Dialogo con Jesús...

5. Examen de la oración...me pregunto ¿cómo me fue en éste rato de oración con Jesús?...