Cuaresma 2010 - Semana 1

LAS TENTACIONES DE JESÚS


Deuteronomio 26, 4-10
Salmo 90
Romanos 10, 8-13
Lucas 4, 1-13

La tradición bíblica pone en boca de Dios este recuerdo idílico de la etapa del desierto: "Recuerdo tu amor de juventud, tu cariño de joven esposa, cuando me seguías por el desierto" (Jer 2,2). Por eso evoca esa etapa de la historia de Israel como un lugar de desposorios entre Dios y un pueblo que se sintió conducido, alimentado y cuidado por su Señor a lo largo de aquellos 40 años.

Sin embargo su respuesta fue en muchas ocasiones infidelidad, adulterio, desconfianzas, dudas, murmuraciones e idolatría: "No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto, cuando me tentaron vuestros padres y me pusieron a prueba, aunque habían visto mis obras" (Sal 95, 8). Y es que Israel añoraba las seguridades de Egipto y las prefería a una vida confiada únicamente al cuidado de Dios.

A pesar de ello, será en el desierto donde Él manifieste su misericordia y la esplendidez de sus dones: el agua de la roca, el maná, la nube, la Alianza en el Sinaí. Por eso el significado del desierto no es prioritariamente penitencial, sino el de un lugar privilegiado de encuentro personal y de escucha de la Palabra: "La llevaré al desierto y hablaré al corazón" (Os 2,16).



EL PRIMER UMBRAL: TIERRA SIN HUELLAS

En el comienzo de un tiempo nuevo se nos invita a pasar el umbral camino hacia el desierto, la tierra sin huellas.

Cruzar este primer umbral es dejar atrás lo cotidiano, lo conocido, lo trillado. Ir desde los caminos apisonados, que ya se han hecho senda, carretera o incluso autopista por donde sabemos conducir apresuradamente para descubrir el descampado, el lugar sin caminos, los trazos del viento sobre la arena. Todo cambia con cada racha de viento o con cada luz del día. Todo es incierto: atravesar el desierto es tener orientarse por las débiles señales que en cada ocasión nos sorprenden.

Cruzar el umbral de lo banal para descubrir en el desierto lo extraordinario de la vida. La fascinación de un atardecer en el que la Voz clama y la Palabra nos despierta al gozo de una transformación inesperada, a un cambio de vida.

Si nos atrevemos, al otro lado no es la soledad lo que descubrimos, no es el asilamiento del vacío. Es la palabra del Hijo que hace de las piedras panes, del protagonismo exacerbado servicio humilde, de la tentación del poder adoración. Es la palabra que en el desierto aprende a caminar como los niños: agarrados a la mano de la madre, del Misterio luminoso y protector.

Demasiados caminos transitados guardamos en las botas como para arriesgarnos de nuevo en la aventura. Pero la mochila que tenemos a la espalda nos pesa y nos hunde a cada paso en el fango movedizo de nuestro frágil corazón.

Todo queda en silencio ante la decisión que deberemos tomar para gustar lo nuevo, o para agotarnos cada vez más en la esterilidad de una vida que ya no nos alimenta, sino que nos desgasta las fuerzas y nos va haciendo perder poco a poco la energía vital.


Cruzar el umbral o quedarse a este lado. Esa es la invitación de esta nueva hoja de ruta. Quedarnos como estamos o intentar el cambio que se nos promete. Ese es, realmente, el problema.

Jesús en el desierto, tentado y victorioso, nos invita, nos llama.


AMDG::...

Comenzamos el martes 30 de marzo a las 20 hs.

Querid@s amig@s;


Nuevamente nos ponemos en contacto para comenzar a caminar este 2010. Comenzamos en la Iglesia un tiempo muy hermoso que es la CUARESMA.

La Cuaresma es un tiempo de libertad, de creatividad, de verdad, de crecimiento espiritual. Anunciar la cuaresma es anunciar la conversión como un hecho que plenifica a la persona. Es prepararnos para despojarnos del corazón de hombres viejos para abrirnos a la misericordia de Dios que, por Cristo, hace en nosotros un nuevo corazón. Anunciar la cuaresma es invitar a todos a reconocer que Dios está de parte del hombre y quiere ejercer misericordia con los que reconocen su realidad.

Desde Encuentros Ignacianos queremos seguir viviendo y compartiendo una espiritualidad encarnada que hace al hombre libre y pleno.


PARA AGENDAR: Comenzamos el martes 30 de marzo a las 20 hs.

Por último compartimos una linda oración para preparar el corazón en esta cuaresma. (Publicada en http://www.pastoralsj.org)



Yo, pecador

Señor!.
Cuando me encierro en mí,
no existe nada:
ni tu cielo y tus montes,
tus vientos y tus mares;
ni tu sol,
ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás
ni existes Tu,
ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada
y no oigo nada.

Cúrame, Señor, cúrame por dentro,
como a los ciegos, mudos y leprosos,
que te presentaban.
Yo me presento.
Cúrame el corazón, de donde sale,
lo que otros padecen
y donde llevo mudo y reprimido
El amor tuyo, que les debo.
Despiértame, Señor, de este coma profundo,
que es amarme por encima de todo.
Que yo vuelva a ver (Lc 18, 41)
a verte, a verles,
a ver tus cosas
a ver tu vida,
a ver tus hijos....
Y que empiece a hablar,
como los niños,
-balbuceando-,
las dos palabras más redondas
de la vida:
¡PADRE NUESTRO!

Ignacio Iglesias, sj

A mayor Gloria de Dios


Equipo de Encuentros Ignacianos-.


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