25 de noviembre: Martes de Oración

Queridos amig@s:
Gustavo Roselli nos invitaba a rezar con el texto de Marcos: "La ofrenda de la Viuda" donde Jesús aprovecha para abrir los ojos de los discípulos y enseñarles la mirada de Dios, que es diferente a la de los hombres, porque ve el interior, porque ve el corazón.

A continuación compartimos los puntos.

A mayor Gloria de Dios.

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¿Hasta dónde estoy dispuesto a dar-me?

Otro de los frutos del vivir del propio manantial, es la Conciencia Solidaria. Ya decíamos que en fondo de nuestro manantial encontramos el llamado profundo a la solidaridad. Esta solidaridad, en cristiano, unifica los dos hallazgos de la parte positiva: la voz de la conciencia y la presencia de Dios. Es la voz de mi manantial que me empuja hacia el crecimiento personal. El primer gran fruto de este crecimiento es que emerja una conciencia solidaria.

Te invito a rezar con el evangelio de: Mc. 12. 28-34

"En su enseñanza Jesús les decía también: «Cuídense de esos maestros de la Ley, a quienes les gusta pasear con sus amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar asientos reservados en las sinagogas y en los banquetes; incluso devoran los bienes de las viudas, mientras se amparan detrás de largas oraciones. ¡Con qué severidad serán juzgados!»
Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro; pasaban ricos, y daban mucho. Pero también se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros. Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos.»”


Los maestros de la Ley o escribas eran los encargados de instruir al pueblo en cuestiones religiosas, y eran muy respetados en el tiempo de Jesús.
Como en otros pasajes del evangelio Jesús señala su hipocresía y juzga con severidad su actitud falsa, pues aparentan piedad exteriormente y en su interior tienen el corazón endurecido.

Al observar la ofrenda que una viuda realiza en el Templo Jesús aprovecha para abrir los ojos de los discípulos y enseñarles la mirada de Dios, que es diferente a la de los hombres, porque ve el interior, porque ve el corazón.

En aquellos tiempos las viudas eran pobres y debían vivir de las ayudas de los demás, pues las mujeres no podían trabajar en forma independiente. Las monedas que da la viuda pueden tener poco valor, pero a los ojos de Dios son mucho más valiosas que las ofrendas de los ricos, pues éstos dan de lo que les sobra, y la viuda de lo que tenía para vivir. Su ejemplo nos invita a cambiar el corazón.
[1]

Para pensar:

- Desde mi manantial, ¿brotan estos gestos de solidaridad?
- El agua de mi propio pozo ¿corre para calmar la sed de mis hermanos (sed de escucha, perdón, justicia?
- ¿Con qué tipo de agua estoy llenando mi propio pozo?
- ¿Estoy compartiendo el agua que tengo o solo doy del agua que me sobra?

Puedo terminar con la siguiente oración:

No esperes a tener mucho
para dar a los demás...
No esperes a tener tiempo (libre)
para trabajar por los otros...
No esperes a ser valiente
para emprender grandes desafíos...
No esperes a tener respuestas
para emprender el camino,
la fe es aventura, desafío,
entrega e intemperie,
no esperes a llenar la alforja,
anímate a andar ligero de equipaje,
abierto al despojo,
reconociendo tu pobreza…
el Dios bueno
te acogerá en sus brazos,
te tomará de la mano,
y te guiará por sus caminos,
para que vivas ¡la fiesta del dar!
Descubrirás entonces
lo mucho que en tu pobreza
Dios te ha dado para dar
(y dar-me a los demás).

Para seguir rezando en casa….

Para configurarse verdaderamente con el Maestro es necesario asumir la centralidad del Mandamiento del amor, que Él quiso llamar suyo y nuevo: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn 15, 12). Este amor, con la medida de Jesús, de total don de sí, además de ser el distintivo de cada cristiano no puede dejar de ser la característica de su Iglesia, comunidad discípula de Cristo, cuyo testimonio de caridad fraterna será el primero y principal anuncio, “reconocerán todos que son discípulos míos (Jn 13, 35).

Aparecida, 139.

Repaso de los pasos para Ejercicios Espirituales:

Ponerme en la presencia de Dios...
Petición: Jesús que, como la viuda del evangelio, comparta mis bienes con las demás!
3. Oración: lectura del evangelio, composición de lugar, revivo la experiencia...
4. Dialogo con Jesús...
5. Examen de la oración...me pregunto ¿cómo me fue en éste rato de oración con Jesús?...

[1] Extracto de “Recursos al Servicio del Evangelio” publicado en Buenas Nuevas.com. (agosto 2008).