Martes 27/07: Taller de Crecimiento

Familia

Tres imágenes bíblicas para comenzar:

•LA FIGURA DE JOSE: Ponerse en camino de a dos. Compañeros de camino (incierto)

•LOS DISCIPULOS DE EMAÚS: Dos proyectos distintos, un mismo camino. Jesús acompaña, clarifica, y es quien unifica.

•EL ENCUENTRO CON MAGDALENA: “No me retengas” LIMITES.


El Sacramento del matrimonio nunca va a atentar contra nuestra naturaleza y nuestra realidad humana. Está en nosotros, en nuestra relación el seguir haciendo las cosas que nos gustan y nos hacen bien.
Tiene que existir el deseo de caminar con otro. Discernir para hacer elección del estado de vida. Muchas veces creemos que el matrimonio es la regla, que es lo que hay que elegir si no hemos optado por un estado de vida religiosa. Influencia cultural.
El seguimiento de Jesús expresado en el amor humano reclama grandeza de corazón, humildad para descubrir el camino, gestos de verdadera escucha y respeto por el otro haciendo del encuentro una verdadera comunión e intimidad.
Exige además la magnanimidad de un corazón lleno de misericordia que aceptó primeramente el perdón de Dios.

Los límites:
La afirmación de los propios límites crea relaciones saludables.
El encuentro de Jesús resucitado con María Magdalena muestra cómo la delimitación crea una relación. (Jn 20, 1-18)


“No me toques porque aún no he subido a mi Padre”. NO ME RETENGAS
Jesús pone un límite. No permite que lo retengan, pero esta delimitación no destruye la relación. Por el contrario permite la relación en otro nivel. En el otro siempre existe algo que está sustraído a nuestro acceso.


María Magdalena puede soltar a Jesús porque la palabra del amor que ha escuchado es mas fuerte que el no de la delimitación. El no de la delimitación profundiza su amor, y confirma ese amor en un estado profundo: TE AMO

Peligros en el amor: (ej. De la hiedra)

La cercania excesiva daña, siempre se necesita también cierta distancia. Las personas deben delimitarse entre si, deben soltarse para volver a sentir ganas de estar el uno con el otro. Si las parejas están demasiado juntas, a menudo también aumentan las agresiones, y estas, son un llamado para reservar el espacio propio.
El peligro es no ver al otro en su propia existencia, como el totalmente otro, sino que lo percibo en la medida en que me ayuda a encontrarme a mi mismo.
En el otro existe un espacio al cual no tengo acceso, y sólo si respeto este misterio la relación será exitosa. Si en cambio necesito al otro para mi propia realización, constantemente estaré decepcionado.
La pareja debe desarrollar un equilibrio entre el yo y el nosotros, entre la autonomía y la unión, y entre el dar y el recibir. El que quiere hacer todo solo se aparta tanto del otro que no puede existir un espacio común necesario para la vida en pareja. Quien solo es dador, en algún momento se sentirá usado. Y el tomador será cada vez más pasivo y carente de ideas, se apaga. Sólo si ambos toman y dan nacerá una relación mutua que no estreche sino que sea fecunda.
Una relación saludable también necesita la agresión como fuerza delimitadora y simultáneamente aferradora para mantenerse viva.
En el amor muchas veces se suprimirán los límites para fusionarse entre sí. Pero luego volverán a establecerse los límites para poder comunicarse recíprocamente.
Los límites brindan claridad a la relación, y por ende LIBERTAD.

¡No me toques!
Un amor que encarcela, estrecha al otro y ahoga poco a poco el amor. El amor precisa una actitud que encontramos en las claras palabras de Jesús: “¡No me toques!”. Cuando alguien siente que lo retienen tratará violentamente de soltarse y liberarse. O se sustraerá cada vez más al amor del otro. Para que el amor permanezca vivo NECESITA CERCANIA Y DISTANCIA. Este equilibrio ES UN ARTE. (EJ de los ERIZOS de Freud)

Todo vínculo es un proceso de construcción, y sus materiales más ricos son las diferencias y el modo en que se aprende a complementarlas sin anularlas.


EL CAMINO PARA EL AMOR:

Sólo cuando estás bien contigo mismo puedes estar bien con los demás. Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación. Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar,ya que nadie da lo que no tiene dentro de sí. Ninguna relación te dará la paz que tu mismo no crees en tu interior. Ninguna relación te brindará felicidad que tu mismo no construyas. Solo podrás ser feliz con otra persona cuando seas capaz de decirle bien convencido: "No te necesito para ser feliz". Sólo podrás amar siendo independiente, hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices querer. Sólo se podrá ser feliz cuando dos personas felices se unen para compartir su felicidad, no para hacerse felices la una a la otra. Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, necesitas autoestima y la práctica de una libertad responsable. Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía narcisista que sólo trae frustraciones. Por eso, ámate mucho, madura, y el día que puedas decirle a la otra persona "Sin ti me lo paso bien", ese día estarás más preparado para vivir en pareja.

Nos hemos educado en la idea de la "media naranja", en que somos seres incompletos que necesitamos del otro para hallar la sensación de plenitud. Los cuentos de hadas siempre terminan con el encuentro del príncipe azul y el consabido "y vivieron felices". Y creemos en esos cuentos. Y nos empecinamos en habitarlos. Entonces aparecen frases como "el otro me hace sufrir" , "el otro no comprende" y permanecemos atados a relaciones donde seguimos esperando que algo externo a nosotros cambie, y nos traiga la paz, el equilibrio, el amor, la felicidad. Nada encontraremos en el otro si primero no lo hallamos en nosotros. Es un largo proceso que puede tomarnos toda la vida, y al transitar ese camino, nos encontramos con partes nuestras que preferiríamos no reconocer, con dolores, con miserias personales... pero vale la pena. Antes de acudir al encuentro del otro, deberíamos intentar el encuentro con nosotros mismos...

Autor Desconocido

Una cosa es amar mucho y otra cosa es amar BIEN. Hay que amar bien!

“TODO EXCESO ENFERMA” (El secreto es la armonía).
ARMONIA: Es la actividad del amor. Si me amo a mi mismo tengo que buscar la armonía, y si amo a alguien tengo que estar en armonía. “SI SOY MEJOR, DOY MEJOR. SI DOY MEJOR, HAGO MEJOR”.

“EL MIEDO SIEMPRE DICE TAPA Y CALLA, EL AMOR SIEMPRE DICE ABRE Y HABLA”



IMÁGENES BIBLICAS PARA REFLEXIONAR:

EMAÚS:

La flexibilidad. La capacidad de caminar y desandar el CAMINO.

RECONOZCO:
Mirar al cielo
Pronunciar la Bendición (dar gracias)
Lo partió.


MARIA MAGDALENA:

¿Siento que puedo amar sin poseer?
¿Sé poner límites en el amor (relaciones, vinculos, amigos, pareja, familia, etc)?
¿Me siento libre para decir “no” sin temor a que el otro se ofenda? “No me retengas”

JOSE:


¿Puedo asumir al otro tal cual es (distinto que yo)?
¿Qué situaciones NO COMPRENDO pero me invitan a caminar de todos modos? (LA DIVINIDAD SE ESCONDE) EE
¿Puedo ser sostén de otros?
¿Puedo colaborar sin GRATIFICACIONES estridentes?
¿Siento verdaderamente que los materiales más ricos en una relación son las DIFERENCIAS y el modo en que se aprende a complementarlas sin anularlas?

Extracto de Erich Fromm: El arte de Amar
Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas del amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

Que el amor implica cuidado es especialmente evidente en el amor de una madre por su hijo. Ninguna declaración de amor por su parte nos parecería sincera si viéramos que descuida al niño, si deja de alimentarlo, de bañarlo, de proporcionarle bienestar físico; y creemos en su amor si vemos que cuida al niño. Lo mismo ocurre incluso con el amor a los animales y las flores. Si una mujer nos dijera que ama las flores, y viéramos que se olvida de regarlas, no creeríamos en su "amor" a las flores. El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando falta tal preocupación activa, no hay amor. El Amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama. El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en día suele usarse ese término para denotar un deber, algo impuesto desde el exterior. Pero la responsabilidad, en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. Ser "responsable" significa estar listo y dispuesto a "responder". Jonás no se sentía responsable ante los habitantes de Nínive. El, como Caín, podía preguntar: "¿Soy yo el guardián de mi hermano?" La persona que ama, responde. La vida de su hermano no es sólo asunto de su hermano, sino propio. Siéntese tan responsable por sus semejantes como por sí mismo. Tal responsabilidad, en el caso de la madre y su hijo, atañe principalmente al cuidado de las necesidades físicas. En el amor entre adultos, a las necesidades psíquicas de la otra persona.
La responsabilidad podría degenerar fácilmente en dominación y posesividad, si no fuera por un tercer componente del amor, el respeto. Respeto no significa temor y sumisa reverencia; denota, de acuerdo con la raíz de la palabra (respicere = mirar), la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotación. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que les es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso. Es obvio que el respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie. El respeto sólo existe sobre la base de la libertad: " l'amour est l'enfant de la liberté", dice una vieja canción francesa; el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.
Respetar a una persona sin conocerla, no es posible; el cuidado y la responsabilidad serían ciegos si no los guiara el conocimiento. El conocimiento sería vacío si no lo motivara la preocupación. Hay muchos niveles de conocimiento; el que constituye un aspecto del amor no se detiene en la periferia, sino que penetra hasta el meollo. Sólo es posible cuando puedo trascender la preocupación por mí mismo y ver a la otra persona en sus propios términos. Puedo saber, por ejemplo, que una persona está encolerizada, aunque no lo demuestre abiertamente; pero puedo llegar a conocerla más profundamente aún; sé entonces que está angustiada, e inquieta; que se siente sola, que se siente culpable. Sé entonces que su cólera no es más que la manifestación de algo más profundo, y la veo angustiada e inquieta, es decir, como una persona que sufre y no como una persona enojada.
Pero el conocimiento tiene otra relación, más fundamental, con el problema del amor. La necesidad básica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisión de la propia separatidad se vincula, de modo íntimo, con otro deseo específicamente humano, el de conocer el "secreto del hombre". Si bien la vida en sus aspectos meramente biológicos es un milagro y un secreto, el hombre, en sus aspectos humanos, es un impenetrable secreto para sí mismo -y para sus semejantes-. Nos conocemos y, a pesar de todos los esfuerzos que podamos realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes. Cuanto más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el núcleo más profundo que es "él".


AMDG