Puntos: MARTES 15 DE MAYO DE 2012

“ASCENSIÓN DEL SEÑOR”


1. PREPARACIÓN DE LA ORACIÓN
BUSCO UN LUGAR donde pueda rezar, determino el tiempo de oración, también una postura corporal cómoda y relajada, me tranquilizo, tomo conciencia de las sensaciones, la respiración y del silencio.


2. ME PONGO EN PRESENCIA DE DIOS
Busco encontrar en mi interior la presencia de Dios y eso es lo único importante… Me presento ante Él. Siento que Dios me mira, me escucha, me conoce…
ORACIÓN PREPARATORIA (nos ayuda a disponernos en la clave del PRINCIPIO Y FUNDAMENTO):
“Pido a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.”


PREÁMBULOS:
1º) LA HISTORIA: traer la historia de la cosa que tengo que contemplar.
2º) COMPOSICIÓN VIENDO EL LUGAR: Jesús comiendo con los Apóstoles
3º) PETICIÓN:”demandar lo que quiero; y aquí será pedir la gracia para alegrarme y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor”.
¿QUÉ ES CONTEMPLAR? Es meterme en la escena… ser uno más ahí en la historia…S. Ignacio nos invita a hacernos un pobrecito y un esclavito indigno mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en su necesidad, como si presente me hallase… Después “reflectir” (reflejar la luz, dejarme mirar por la escena) en mí mismo para sacar algún provecho.
De a poco, vamos pasando por los cinco sentidos espirituales, por nuestras experiencias en esto que estamos contemplando…
- VER LAS PERSONAS y REFLECTIR PARA SACAR PROVECHO…
- OÍR LO QUE HABLAN y REFLECTIR PARA SACAR PROVECHO…
- OLER, GUSTAR Y TOCAR, y REFLECTIR PARA SACAR PROVECHO…
En definitiva, MIRAR LO QUE HACEN Y REFLECTIR PARA SACAR PROVECHO…


3. PUNTOS
Según el libro de los Hechos de los apóstoles, luego de su Resurrección, durante cuarenta días, Jesús se siguió apareciendo visiblemente a la comunidad. Terminado ese tiempo, pasó a estar junto al Padre, al lugar que le corresponde, en su gloria y divinidad.


HECHOS DE LOS APÓSTOLES 1, 1-11
“En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: "La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días". Los que estaban reunidos le preguntaron: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?". Él les respondió: "No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra". Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
"Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir".


El contexto del relato
El relato comienza diciendo que “durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios”. El número 40 significaba un ciclo o proceso completo. En la Biblia se nos cuenta que el diluvio duró 40 días con sus noches; el pueblo de Israel peregrinó por el desierto durante 40 años; Jesús se dispuso interiormente para iniciar su ministerio ayunando y orando durante 40 días; la Iglesia se prepara durante 40 días para la celebración de los misterios pascuales, la Cuaresma.
En este contexto simbólico, la liturgia ubica la fiesta de la Ascensión 40 días después de la resurrección de Jesús. Así se quiere expresar que Jesús cumple su éxodo o peregrinación pascual durante 40 días, durante los cuales se aparece repetidas veces a sus discípulos y les da las últimas instrucciones antes de ir al Padre.
Lo que celebramos en esta fiesta es la plena glorificación de Cristo, junto al Padre, al que retorna una vez cumplida la misión que le había sido confiada.
Cuando usamos la palabra “Ascensión” de alguna manera tenemos en el imaginario los misiles que viajan por el espacio o la exploración de los astronautas. Jesús resucitado no se remontó a los cielos en el sentido físico de los misiles o de los viajes de los astronautas. Por eso algunos teólogos prefieren hablar de “glorificación” o “exaltación”, en lugar de utilizar la palabra “Ascensión” para evitar las ambigüedades del lenguaje.
También el uso de la palabra “cielo” es problemático porque lo asociamos con un lugar geográfico; por eso, cuando hablamos del cielo miramos hacia arriba y cuando hablamos del infierno miramos hacia abajo. El cielo no es un lugar sino un estado; consiste en estar junto a Dios, verlo, gozarlo, amarlo por toda la eternidad.
El texto de los Hechos de los Apóstoles dice: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo”.
La Ascensión significa, pues, para nosotros un mandato misionero. Debemos anunciar al mundo la buena noticia de Jesús resucitado, la cual no queda circunscrita a un pueblo, como sucedió en el Antiguo Testamento, sino que desborda todas las fronteras geográficas y culturales.
También, los Hechos de los Apóstoles nos cuentan que “se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos”. La nube de la cual nos habla nada tiene que ver con un fenómeno climático. En la Biblia, la nube simboliza la presencia de Dios en circunstancias particularmente solemnes: por ejemplo, Moisés recibió las Tablas de los Diez Mandamientos en medio de una nube; cuando la Transfiguración de Jesús en la cima de un monte, una nube lo envolvió; la nube que oculta a Jesús en la Ascensión nos está diciendo que Jesús entra en el ámbito de la divinidad, es constituido Señor de todo lo creado.
En palabras de Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret, “el Jesús que se despide no va a alguna parte de un astro lejano. Él entra en la comunión de vida y poder con el Dios viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio. Por eso no se ha marchado, sino que, en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre presente junto a nosotros y por nosotros”.


4. COLOQUIO
Terminar con un DIÁLOGO LIBRE de corazón a corazón… con Jesús, desde donde estoy en la contemplación a partir de lo que he vivido, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado. Me despido haciendo un gesto, y DOY GRACIAS por este encuentro. Termino con un Padrenuestro.


5. EXAMEN DE LA ORACIÓN
El examen es volver a MIRAR, a RECORDAR, para DESCRIBIR Y ESCRIBIR lo que me pasó durante la oración… Lo fundamental es: ¿Cómo me fue? La pregunta hay que hacérsela a las imágenes y no la cabeza, ¿qué es lo que me pasó?, ¿cómo me quedé?, ¿donde me ubico en la escena y que se me dice a mí en particular en esa escena? ¿Qué mociones (movimientos) descubro que tuve?.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre, te damos gracias por confiar tanto en nosotros,
que nos has entregado la misión misma de tu Hijo:
para hacerle presente en el mundo.
Que reinemos con él aprendiendo de él a servir,
de forma que nuestros hermanos vean palpablemente
que Cristo vive porque somos su cuerpo visible para el mundo.