Encuentro de Oración

Martes 20 de ABRIL de 2010

¡Yo soy el buen pastor!

1. Preparación de la Oración

busco un lugar donde pueda rezar, también una postura corporal cómoda y relajada, me tranquilizo, tomo conciencia de las sensaciones, sonidos, la respiración y del Silencio.

2. Me pongo en Presencia de Dios

Le abro la puerta de mi corazón a Dios. Busco encontrar en mi interior la presencia de Dios y eso es lo único importante… Me presento ante Él. Siento que Dios me mira, me escucha, me conoce…

UNICO
Cuando me llamas por mi nombre,
Ninguna otra criatura vuelve hacia Ti su rostro
en todo el universo.
Cuando te llamo por tu nombre,
No confundes mi acento con ninguna otra criatura
en todo el universo.

Benjamín González Buelta sj
En el aliento de Dios: Salmos de gratuidad. Pag. 43
Oración Preparatoria (nos ayuda a disponernos en la clave del Principio y Fundamento): “Pido a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.”

1. Puntos: Juan 10,27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
- 27 Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, 28 y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.

El trasfondo veterotestamentario de este capítulo lo constituyen Ez 34; 36; Jr 23 y el salmo 23. El Antiguo Testamento ve a Dios como el Pastor de su pueblo. Los jefes de Israel, como David, ejercieron este ministerio en nombre de Dios en medio de su pueblo. Pero a lo largo de la historia, como muchos no cuidaron realmente las ovejas, Dios prometió que él mismo vendría a cuidar a su pueblo, a proveer a sus necesidades y a administrarle verdadera justicia (cf Ez 34,11-31). En tiempos antiguos, los pastores llevaban sus rebaños a un gran redil custodiado por un guarda para que pasaran la noche seguros. Por la mañana, cada pastor hacía salir a sus ovejas a las que conocía, y las conducía del redil a los pastos.

El texto también nos hace conscientes de que en el mundo hacen falta personas responsables, pastores capaces de cuidar de un pueblo que busca, lucha, vive…Y, la verdad, eso no se puede reducir a unos pocos, como si hubiese cuatro pastores y los demás fuésemos un rebaño, balando y paciendo plácidamente… En realidad todos, donde quiera que estemos, estamos llamados a ser pastores unos de otros; a veces necesitaremos alguien que nos cuide y nos guíe, otras veces tendremos que ser nosotros luz y guía para otros. Pastores, a imagen del Buen Pastor, que dio la vida por los suyos.


1. Pastores para guiar...
“El buen pastor va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz”. Jn 10, 3-4
Marcando un camino, tras los pasos del primer pastor, Jesús. Para mostrar una forma de ser, de vivir, de sentir, de amar… Que aprendamos a conocer, por su nombre y sus sueños, por sus heridas y sus alegrías, a aquellos que forman parte de nuestras vidas. Y al tiempo que sepamos hablar de ti, con palabras, pero sobre todo con hechos. Que sepamos arriesgar, para llegar allá donde tu Reino sea más real, más completo, más pleno. Que sepamos caminar juntos…

¿Quién me guía a mí? ¿Y a quién guío yo? ¿A dónde? ¿Cómo?

2. Pastores para salir...
“Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen a mí”. (Jn 10,14)
A la búsqueda de aquellos que no tienen quien les cuide. A la búsqueda de quienes están solos, perdidos, incomprendidos… A la búsqueda de quienes anhelan, y no saben qué. De quienes esperan una mano amiga, una palabra de acogida, una respuesta que no termina de llegar.
¿Conoces de veras a otros? ¿Te preocupan sus historias, sus problemas, sus luchas, sus anhelos, sus miedos, sus alegrías? ¿Sabes “sus nombres”?

3. Pastores para dar la vida...
“Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ovejas”. (Jn 10,11)
Viviendo un poco por otros. Dando sin esperar una contrapartida. Sirviendo sin querer ser reconocidos. Proclamando el evangelio sin precio ni cautela. Aceptando el fracaso sin rendirnos por ello. Asumiendo el conflicto por ser coherentes. Buscando la verdad sin falsear la fe. Acoger sin poner barreras. Derramarse, como el agua que riega la tierra reseca. Vivir con la mirada atenta a lo que otros pueden sentir, temer, llorar o amar… Ir dejando un poco de uno mismo en cada persona que pasa por tu vida. Y así cansar el corazón, dejar que las manos encallezcan, endurecer los pies en el camino, gastar la vista… será el camino.
¿En qué, en quién estoy “gastando” mi vida?

2. Coloquio

Terminar con un diálogo libre de corazón a corazón… con Jesús, mi buen Pastor. Disfruto de perder el tiempo con él.
Me despido haciendo un gesto, y le doy gracias por este encuentro. Termino con un Padrenuestro, Ave Maria o Gloria.

3. Examen de la Oración

El examen es volver a mirar, a recordar, para describir lo que me pasó durante la oración…
Lo fundamental es: ¿Cómo me fue? ¿qué es lo que me pasó?, ¿cómo me quedé? ¿Qué mociones (movimientos) descubro que tuve?

Describir y Escribir: todos los sentimientos que pudiste encontrar en todas las partes de la oración. Por ahora, advierto lo que siento y lo describo. Y lo escribo. En dónde sentiste más gusto, o al contrario, más disgusto, y también qué sentimiento te dominó…
AMDG

Taller de Crecimiento

Martes 13 de abril de 2010

Cómo se comporta una comunidad
(actitudes humanas básicas)

“En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Todos eran muy bien vistos, ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, luego se distribuía según las necesidades de cada uno.”( Hch 4,32 ss)

De seguro que las cosas no fueron tal como lo relatan el libro de los Hechos de los Apóstoles. No existió tal comunidad ideal y nunca los cristianos vivieron en perfecta armonía la caridad y solidaridad. Pero esta exposición idílica no pretende una propaganda fraudulenta ni desea mitificar lo que fue considerablemente menos perfecto. Se trata más bien de remarcar un elemento esencial de la vivencia cristiana que es la dimensión comunitaria. El Evangelio, tal cual lo vivió y predicó Jesús no se puede vivir en serio si no hay una comunión de ánimo y se comparten los bienes tanto espirituales como materiales en actitud de responsabilidad mutua. Así la comunidad o grupo de vida tiene un papel determinante en el crecimiento humano y en la madurez espiritual de los cristianos de todos los tiempos. El hecho de compartir la experiencia religiosa en comunidad ya es, en sí mismo, terapéutico. Presentamos algunos factores básicos que deben darse en el grupo para que éste ejerza esta función terapéutica, sanante[1]:
[1] Cfr. Corey, Gerald, Teoría y práctica de la terapia grupal. DDB (Biblioteca de Psicología) Bilbao 1995, p s83

Confianza y aceptación
La confianza de los participantes del grupo entre sí, y de estos con el acompañante -cuando se tiene y/o está presente- o por lo menos la expresión clara de cualquier síntoma de desconfianza, es uno de los factores claves para que el grupo ejerza su tarea terapéutica. La confianza se manifiesta en la aceptación mutua, la profundidad en las experiencias vitales que se comparten, y el riesgo de compartir las reacciones en el aquí y el ahora. La aceptación hace que crezca la asertividad, pues si cada persona se siente acogida y libre para ser como es, sin el riesgo de ser rechazada, sabe que no es necesario hacer nada para agradar a los otros.

Empatía e interés
La empatía exige la capacidad para percibir el sentimiento del otro y conectarse en lo profundo con él. Permite apreciar honestamente al otro. Implica interés: relación genuina y activa con cada miembro del Grupo. Sólo cuando se experimenta la empatía y el interés de los otros, se hace posible la apertura: transparente y profunda.

Esperanza
El cambio es posible cuando se cree en él. Es necesario que los miembros de la comunidad tengan la convicción de que pueden romper, con la gracia de Dios y el trabajo personal, sus cadenas con el pasado y pueden ser activos en el enriquecimiento de sus vidas. Es requisito fundamental para el proceso de crecimiento personal en el ámbito individual y grupal, que se crea en la posibilidad de sanar la propia herida (la parte vulnerada) y en la capacidad de potenciar el pozo de las cualidades (el manantial). La esperanza en sí misma es terapéutica y motivadora.

Libertad para experimentar
La comunidad se convierte en un espacio vital en el que es posible experimentar conductas nuevas, -ensayar cambios de comportamientos que se quieren modificar, e imaginar maneras nuevas de vivir escenas la vida diaria- sin miedo a ser censurado. Técnicas como el sociodrama y el juego de roles, facilitan esta vivencia.

Compromiso con el cambio
Para que se dé el cambio, además de la esperanza, de creer en él, es necesario tener un compromiso con este. El cambio no se da con el mero deseo de cambiar, se requiere compromiso personal -consigo mismo - en primer lugar-, pero también con la experiencia de apertura al grupo, y la ejecución de los ejercicios de interpelación y las herramientas terapéuticas, propuestos como medios para el proceso de conocimiento y cimiento personal.

Intimidad
La intimidad auténtica en un grupo se da cuando ha habido una revelación profunda de cada miembro, les permita sintonizar a unos con otros. La intimidad aumenta en la medida en la que se recorre conjuntamente el camino del conocimiento y crecimiento, y se comparte el proceso de sanación. Cuando se experimenta en la comunidad que, independientemente de sus diferencias, todos comparten ciertas necesidades, deseos, ansiedades y problemas; cuando se descubre que todos enfrentan problemas similares, se incrementa la intimidad, y se hace posible trabajar los temores relacionados con ella y las resistencias al acercamiento personal. El objetivo fundamental es llegar a reconocer cómo ser uno con otros. Se busca la capacidad de vivir el presente sin autocensuras. No evitar la intimidad por temor a ser nuevamente heridos, abandonados, o no reconocidos aceptando sin miedo la intimidad y la cercanía con los otros como regalo y no como amenaza.

Catarsis
Permitir la descarga emocional, frecuentemente de forma compulsiva, en el espacio de la comunidad ayuda a la liberación de sentimientos reprimidos. Dejar surgir sentimientos de cólera, frustración, dolor, odio, temor, y también sentimientos como la alegría, el afecto y el entusiasmo, abren al camino terapéutico. Pero es necesario que además de permitir la catarsis, se trabaje con estos sentimientos para lograr que los cambios tengan un efecto duradero y prolongado en el tiempo.
La catarsis es importante en el ámbito de la comunidad ya que ésta es un proceso interpersonal, es decir, es realmente eficaz cuando se hace en presencia de otras personas. Cuando la descarga fuerte de sentimientos se hace acompañada por alguien. Quien hace catarsis, al tener testigos de ella se compromete - consigo mismo y con quien lo acompañan en el trabajo posterior de transformación, pues los elementos revelados en la catarsis son herramientas útiles para la confrontación en el proceso posterior. Es que una descarga emocional, aunque sea fuerte, en un espacio vació (sin compañía) no produce resultados duraderos.


Formar comunidad supone animarse a la apertura a un espacio emocional y de fe donde se da cabida a todos. Comunicación sencilla y abierta donde no existen agendas ocultas y donde se asume el riesgo de la comunicación sin temores. Hay presencia de sentimientos fuertes. Hay naturalidad en el acompañamiento de unos con otros. Capacidad para vivir el presente bajo una mirada de amor incondicional.

¿Qué me parece? ¿Estoy dispuesto a intentarlo?

Amdg.-