Taller de Crecimiento

Martes 13 de abril de 2010

Cómo se comporta una comunidad
(actitudes humanas básicas)

“En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Todos eran muy bien vistos, ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, luego se distribuía según las necesidades de cada uno.”( Hch 4,32 ss)

De seguro que las cosas no fueron tal como lo relatan el libro de los Hechos de los Apóstoles. No existió tal comunidad ideal y nunca los cristianos vivieron en perfecta armonía la caridad y solidaridad. Pero esta exposición idílica no pretende una propaganda fraudulenta ni desea mitificar lo que fue considerablemente menos perfecto. Se trata más bien de remarcar un elemento esencial de la vivencia cristiana que es la dimensión comunitaria. El Evangelio, tal cual lo vivió y predicó Jesús no se puede vivir en serio si no hay una comunión de ánimo y se comparten los bienes tanto espirituales como materiales en actitud de responsabilidad mutua. Así la comunidad o grupo de vida tiene un papel determinante en el crecimiento humano y en la madurez espiritual de los cristianos de todos los tiempos. El hecho de compartir la experiencia religiosa en comunidad ya es, en sí mismo, terapéutico. Presentamos algunos factores básicos que deben darse en el grupo para que éste ejerza esta función terapéutica, sanante[1]:
[1] Cfr. Corey, Gerald, Teoría y práctica de la terapia grupal. DDB (Biblioteca de Psicología) Bilbao 1995, p s83

Confianza y aceptación
La confianza de los participantes del grupo entre sí, y de estos con el acompañante -cuando se tiene y/o está presente- o por lo menos la expresión clara de cualquier síntoma de desconfianza, es uno de los factores claves para que el grupo ejerza su tarea terapéutica. La confianza se manifiesta en la aceptación mutua, la profundidad en las experiencias vitales que se comparten, y el riesgo de compartir las reacciones en el aquí y el ahora. La aceptación hace que crezca la asertividad, pues si cada persona se siente acogida y libre para ser como es, sin el riesgo de ser rechazada, sabe que no es necesario hacer nada para agradar a los otros.

Empatía e interés
La empatía exige la capacidad para percibir el sentimiento del otro y conectarse en lo profundo con él. Permite apreciar honestamente al otro. Implica interés: relación genuina y activa con cada miembro del Grupo. Sólo cuando se experimenta la empatía y el interés de los otros, se hace posible la apertura: transparente y profunda.

Esperanza
El cambio es posible cuando se cree en él. Es necesario que los miembros de la comunidad tengan la convicción de que pueden romper, con la gracia de Dios y el trabajo personal, sus cadenas con el pasado y pueden ser activos en el enriquecimiento de sus vidas. Es requisito fundamental para el proceso de crecimiento personal en el ámbito individual y grupal, que se crea en la posibilidad de sanar la propia herida (la parte vulnerada) y en la capacidad de potenciar el pozo de las cualidades (el manantial). La esperanza en sí misma es terapéutica y motivadora.

Libertad para experimentar
La comunidad se convierte en un espacio vital en el que es posible experimentar conductas nuevas, -ensayar cambios de comportamientos que se quieren modificar, e imaginar maneras nuevas de vivir escenas la vida diaria- sin miedo a ser censurado. Técnicas como el sociodrama y el juego de roles, facilitan esta vivencia.

Compromiso con el cambio
Para que se dé el cambio, además de la esperanza, de creer en él, es necesario tener un compromiso con este. El cambio no se da con el mero deseo de cambiar, se requiere compromiso personal -consigo mismo - en primer lugar-, pero también con la experiencia de apertura al grupo, y la ejecución de los ejercicios de interpelación y las herramientas terapéuticas, propuestos como medios para el proceso de conocimiento y cimiento personal.

Intimidad
La intimidad auténtica en un grupo se da cuando ha habido una revelación profunda de cada miembro, les permita sintonizar a unos con otros. La intimidad aumenta en la medida en la que se recorre conjuntamente el camino del conocimiento y crecimiento, y se comparte el proceso de sanación. Cuando se experimenta en la comunidad que, independientemente de sus diferencias, todos comparten ciertas necesidades, deseos, ansiedades y problemas; cuando se descubre que todos enfrentan problemas similares, se incrementa la intimidad, y se hace posible trabajar los temores relacionados con ella y las resistencias al acercamiento personal. El objetivo fundamental es llegar a reconocer cómo ser uno con otros. Se busca la capacidad de vivir el presente sin autocensuras. No evitar la intimidad por temor a ser nuevamente heridos, abandonados, o no reconocidos aceptando sin miedo la intimidad y la cercanía con los otros como regalo y no como amenaza.

Catarsis
Permitir la descarga emocional, frecuentemente de forma compulsiva, en el espacio de la comunidad ayuda a la liberación de sentimientos reprimidos. Dejar surgir sentimientos de cólera, frustración, dolor, odio, temor, y también sentimientos como la alegría, el afecto y el entusiasmo, abren al camino terapéutico. Pero es necesario que además de permitir la catarsis, se trabaje con estos sentimientos para lograr que los cambios tengan un efecto duradero y prolongado en el tiempo.
La catarsis es importante en el ámbito de la comunidad ya que ésta es un proceso interpersonal, es decir, es realmente eficaz cuando se hace en presencia de otras personas. Cuando la descarga fuerte de sentimientos se hace acompañada por alguien. Quien hace catarsis, al tener testigos de ella se compromete - consigo mismo y con quien lo acompañan en el trabajo posterior de transformación, pues los elementos revelados en la catarsis son herramientas útiles para la confrontación en el proceso posterior. Es que una descarga emocional, aunque sea fuerte, en un espacio vació (sin compañía) no produce resultados duraderos.


Formar comunidad supone animarse a la apertura a un espacio emocional y de fe donde se da cabida a todos. Comunicación sencilla y abierta donde no existen agendas ocultas y donde se asume el riesgo de la comunicación sin temores. Hay presencia de sentimientos fuertes. Hay naturalidad en el acompañamiento de unos con otros. Capacidad para vivir el presente bajo una mirada de amor incondicional.

¿Qué me parece? ¿Estoy dispuesto a intentarlo?

Amdg.-

1 comentario:

Môme dijo...

Q interesante! Yo no pude ir al taller pero por lo que leo me parece muy enriquecedor. Es una linda propuesta para variar un poco la oración personal de siempre y crecer en este ámbito.

Saludos.
Virginia