Martes 6 de Octubre

Taller de Formación
"el Género y la Ternura" desde una mirada antropológica cristiana

Cultura de la ternura, construcción de la intimidad

En la búsqueda de nuevas formas de relaciones sexuales que no sean exclusivamente genitales, la educación para la ternura y la construcción de una intimidad sana representan caminos plenos de encuentro gratificante en sintonía plena con la dignidad del amor tal como nos lo enseña el Evangelio y lo encarnó Jesús en su vida cotidiana.
En primer lugar digamos que intimidad significa que tú puedes ser quien eres dentro de una relación y dejar que la otra persona sea lo que es.

EL SER QUIEN ERES:
Cuando puedes hablar abiertamente sobre cosas que son importantes para ti.
Cuando puedes tomar una posición clara sobre lo que crees en relación a asuntos importantes.
Cuando puedes aclarar los límites de lo que es aceptable, tolerable para ti dentro de una relación.

EL DEJAR QUE LA OTRA PERSONA SEA LO QUE ES:
- Te mantienes emocionalmente cancelada en tiempos difíciles y ansiosos, con la otra persona que piensa diferente (aunque lo más común es IRSE o PELEAR), sin necesitar el tener que cambiar, convencer o arreglar a la otra persona ..

- No se trata de los pasos iniciales en una relación. Se da solo en las relaciones a largo plazo. No se refiere a la intensidad. Se refiere a las muchas maneras en las cuales uno está Cercano al otro. Todo esto requiere una apertura personal y mutualidad

Las cualidades que usualmente se asocian con la intimidad son: confianza, seguridad, aceptación, apertura. Más tres claves adicionales:
*Mutualidad: una relación íntima implica la opción, la libertad. No se da por circunstancias que nos juntan, reúnen (trabajo, fiestas, ... )
*Empatía recíproca: caminar en los zapatos del otro. Capacidad de comprender qué es lo que la otra persona está experimentando.
*Balance de poder: Esto es muy crítico. Una relación íntima es cuando ninguna de las partes se calla, sacrifica o traiciona a sí misma, y cuando cada parte expresa la fuerza y la vulnerabilidad, debilidad y competencia, en una manera balanceada.

La auténtica intimidad demanda:
Una toma de conciencia de uno mismo,
a) conciencia de mis fuerzas y limitaciones,
b) un deseo de arriesgarse con otra persona en una relación libre,
c) con la consecuencia de que cada una va a ser llamada a cambiar y a crecer.

La experiencia de intimidad tiene distintos niveles (o grados):
-Extraños
-Conocidos
-Compañeros o colegas
-Familia (para unos más y para otros menos)
-Amigos y amigas
-Amigos y amigas del alma. (Suelen ser muy pocas y pocos en la vida.)
'
No puede haber intimidad cuando hay ENCANDILA MIENTO. Este se puede dar en dos formas: 1) Quiero que la persona sea lo que yo quiero, y disculpo, excuso, ignoro cuando no es como yo quiero. 2) Quien se encandila es porque es muy solitario, y eso mueve a la conexión, pero de una manera ciega.

I - COMO RELACIONARSE DE FORMA ÍNTIMA
El Gran Mandamiento, que nos amemos unos a los otros, es también una llamada a relacionamos de forma íntima. El relacionamos Íntimamente nos cambia a nosotros y a otros. Crecer en la capacidad de relacionamos íntimamente es una tarea continua, y nos exige desarrollar los siguientes atributos, capacidades y habilidades.

1. un sentido claro de uno mismo y un enfoque de crecimiento continuo de uno mismo
No se trata de que seamos egocéntricos, sino que nos conozcamos bien a nosotros mismos. Es imposible tener una relación íntima con otros si no somos íntimos con nosotros mismos. Para damos, tenemos que poseemos primero; para ser nosotros, para ser una sola alma, primero tenemos que ser sí mismos.

2. una comunicación abierta
Nosotros a veces no escuchamos. Estamos preparando siempre el próximo pensamiento. Por eso necesitamos mejorar cada día en la capacidad de escuchamos realmente unos(as) a otros(as). Si queremos crecer en la capacidad de creer en la otra persona, necesitamos auto revelamos y decir lo que realmente sentimos y pensamos, expresamos honestamente.

3. la capacidad de permanecer emocionalmente conectados durante épocas difíciles o de ansiedad
Es importante que no nos callemos ni huyamos cuando estemos en conflicto. Es importante también que no permitamos que nuestra ira se vierta sobre el otro cuando estamos en conflicto. Necesitamos aprender a saber lo que pensamos y sentimos, y expresarlo de forma reverente, particularmente durante tiempos de conflicto o de desacuerdo.

4. un profundo respeto y valoración de las diferencias
Para poder entrar en una relación íntima cada persona tiene que permanecer siendo quien es manteniendo lo que tiene de singularidad. Cuando eliminamos las diferencias y hacemos que todas las personas sean iguales, destruimos cualquier posibilidad de intimidad que existe.

5. una mutualidad: especialmente cuando la persona se da a conocer con empatía o compasión
La mutualidad es la capacidad de dar y recibir del prójimo. ¿Qué es lo que se da y se recibe? Cuando las personas funcionan dentro de una mutualidad existe un intercambio: de pensamientos, de perspectivas, de actitudes, de necesidades, de estar de acuerdo y en desacuerdo y de sentimientos ¿Elijo entrar en revelación de mí mismo con otros y los invito a ellos a hacer lo mismo? La mutualidad es un camino de ida y vuelta. La capacidad de empatía o compasión, que quiere decir el poder caminar dentro de los zapatos del otro, es esencial en la mutualidad. ¿Puedes dejar a un lado tus propias necesidades, tus pensamientos y lo que sientes, por un rato, y colocarte dentro de lo que es la vida del otro?
Cuanto más cómodo te sientas contigo mismo, mejor podrás sentir esta empatía y no temer perderte a ti mismo.

6. un sentido flexible de uno mismo
Necesitamos conocernos a nosotros mismos, sentirnos bastante cómodos con nosotros mismos y tener la expectación de aprender sobre nosotros mismos, si hemos de relacionamos de forma íntima. Ten la expectación de que has de cambiar y que has de sentir una variedad de sentimientos como el bienestar, la vergüenza, el conflicto, la ira o bien el gozo. Si no estás dispuesto a cambiar no serás capaz de sentir la intimidad.

7. la habilidad de negociar, de hacer concesiones y de sacrificarse
A menudo consideramos el hacer concesiones como señal de debilidad en lugar de verlo como señal de fuerza. Hace falta tener fuerza para poner a un lado nuestras propias necesidades para un bien mayor. No se trata de no saber lo que quiero y necesito, sino elegir dejar esto a un lado para el bien de los demás. Es necesario que cada persona elija hacer estas concesiones y deje al lado sus propias necesidades para que la relación sea mutua.

Como podemos ver, la relación íntima no sucede por si sola, requiere esfuerzo. ¿Elegiremos estar en relación con otros y tomaremos de hecho los pasos que se necesitan para movemos hacia la relación íntima mutua? Si no se elige la intimidad el riesgo es NO VIVIR.
*-¿Qué me ayudaría a desarrollar y tener relaciones íntimas?
*- Dado lo que soy, ¿cuáles son los obstáculos que me estarían impidiendo para ponerme en camino hacia la intimidad?
*- ¿Hay algunos riesgos de los cuales yo estoy ya consciente que se van a dar al buscar vivir la intimidad?

Quería decir una cosita más. Este viaje que se inicia, ¡no va a terminar nunca! No importa donde te encuentres ahora mismo en tu habilidad de relacionarte puesto que Dios te proporcionará la vía para hacerlo y el tiempo suficiente.

II EL ARTE DE LA INTIMIDAD
La práctica de la intimidad, como cualquier otro tipo de arte, requiere disciplina. Aprendemos a estar cercanos a otros cuando vamos dejando esos comportamientos que nos mantienen distantes y tratamos de tener nuevos comportamientos, sentimientos y esperanzas. El arte de la intimidad involucra los siguientes ocho requisitos, además de mantener una cierta distancia y privacidad.

1. Mantén la intimidad contigo mismo
Dentro de cado uno de nosotras hay una entera comunidad de sub-personalidades, algunas de las cuales nos gustan y otras nos desagradan y las rechazamos. Nuestra habilidad de aceptar a los otros recae en nuestra aceptación de la pluralidad de varias partes dentro de nosotros mismos. Nosotros, de hecho, amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos ¡ni más, ni menos!

2. Enfréntate con tu soledad
Sólo aquellas personas que saben que al final están solas, libres y responsables, son quienes pueden ablandar los límites de sí mismas para invitar a otros a compartir su propia soledad.
Cuando rehusamos aceptar nuestra soledad, transferimos a aquellos a quienes amamos la responsabilidad de solucionar nuestros propios problemas, de hacemos felices y de cuidamos con mucha seguridad de las cosas que pudieran salir mal.

3. Aprende a escuchar
La mayor parte del tiempo, escuchamos solo a medias. Ya hasta hemos formulado una respuesta en nuestras mentes antes de que la otra persona haya terminado de hablar. Sin ni siquiera pensar, damos nuestras opiniones, consejo y soluciones, cuando lo que realmente se requiere es que escuchemos compasivamente los pensamientos y sentimientos de la persona. Tus maneras de relacionarte con los demás cambiarán radicalmente cuando dejes de tener las respuestas y puedas aprender a escuchar. A veces no dejamos que los otros tengan sus propias experiencias. Cuando yo hablo y hablo, es más narcisismo que intimidad, hay desbalance de poder.

4. Habla abiertamente, sin pelos en la lengua.
No es una disciplina fácil. Todas hemos aprendido a esconder nuestros sentimientos bajo la fachada de la amabilidad para protegemos de los demás sobre nuestra verdad privada. Creamos personas, máscaras, fachadas públicas, las cuales se imprimen en nuestras caras. Pero la intimidad requiere una cierta cantidad de vulnerabilidad. Tenemos que quitamos las máscaras que nos protegen y tenemos que arriesgamos a dejamos que nos conozcan. Sin honestidad no hay cercanía. Necesitamos decir tan claramente como nos sea posible lo que sentimos, lo que queremos, lo que nos agrada o desagrada.

5. Elige la intimidad
Si es que quieres sentirte cercana a otras personas, tienes que hacer la opción consciente de hacerla prioridad en tu vida; no va a suceder sola, Separa tiempo para estar con amigos o amigas, con tu comunidad, con tu Señor, con sus preferidos. Y lo que es más importante, ser sensible en esos momentos cuando alguien te necesita para que estés con él o ella.

6. No te desesperes
La intimidad se desarrolla con su propio tiempo. No sucede al instante: “sigue al pie de la letra instrucciones: agrega agua y mezcla”. Por supuesto que “hay momentos mágicos". Pero las maneras de relacionamos con intimidad que son suficientemente sólidas, para salir a flote en todas las circunstancias y crisis, pueden tomar casi toda la vida.


7. Elige con mucho cuidado ·
Es muy frecuente sentirse cercano a alguien que sufre crónicamente de "intimitis". No todas las personas están listas para pagar el precio de energía, tiempo, imaginación y compromiso.

8. Espera tener miedo y fallarte regularmente
La intimidad al mismo tiempo nos causa terror y nos maravilla porque echa abajo nuestros límites de seguridad y las imágenes bien maquilladas; crecemos y cambiamos por el contacto. La verdadera intimidad es real únicamente después de descubrir, -después de muchos fracasos-, que nunca podemos asumir o quitar la soledad del otro/otra, o llenar el vacío que existe en el fondo del corazón, o hacer desaparecer la tragedia, o sacarla de la sombra de la muerte.

CUALIDADES DEL AMOR MADURO

- Se da entre dos personas, dos identidades
- Hay libertad, nada es forzado
- Mutualidad
- Auto revelación
- Empatía
- Aceptación de Uno y otro
- Estoy dispuesto a desafiar y ser desafiado en la comunión
- Unidad
- No hay necesidad de poseer
- Hay apreciación de la otra persona
- Nos alegramos cuando el otro, la otra, tienen triunfos, y nos entristecemos con ella/ él cuando hay dolor
- Sentimos gozo y alegría en su presencia
-Se promueve la integración en las dos personas



Genero: esencia o construcción
Rubén Strina sj


Planteamiento de la cuestión

Es importante ante todo presentar el debate actual sobre genero y su repercusión en la reflexión teológica y espiritual. Es interesante ver cómo se fue desplazando el eje de la discusión teológica a lo largo de la historia.
Presentamos muy esquemáticamente los grandes temas de discusión:
1- Al comienzo del cristianismo se cuestionó si Jesús era verdaderamente Dios o solo un hombre especial. La discusión centraba su atención en el seno de la Trinidad.
2- Luego se comenzó – sin dejar lo anterior, en teología los problemas no se agotan- a cuestionar la relación en Jesús de lo divino y lo humano. Cómo compatibilizar las dos naturalezas con la persona única puesta del lado de lo divino.
3- Hoy la cuestión se centra en el hombre y la diferencia hombre – mujer. ¿El genero es una diferencia esencial o una construcción cultural y por lo tanto una opción libre?.

-La complementariedad varón-mujer es no solo biológica y psíquica, es también ontológica
[1]

La complementariedad biológica y psíquica se evidencian desde las ciencias experimentales y de la salud, lo que hay que explorar es esa tercera complementariedad de la que poco se ha hablado aun. Aquí lo haremos brevemente. Si el sexo, como hemos visto, configura la persona misma, se pude hablar de dos tipos de personas, la persona masculina y la persona femenina. Por otra parte, la persona se caracteriza por su donación de sí, en lo que consiste el amor. El amor siempre requiere apertura. Pero abrirse no es siempre salirse de sí mismo. También puede significar que los demás entren en uno. Blanca Castilla de Cortaza piensa que las explicaciones clásicas del amor como éxtasis son visiones masculinas del amor
[2]. ¿Por qué? Porque la mujer ama fundamentalmente acogiendo.
Salir y acoger. ¿Cómo conocer esta apertura diferente y complementaria
Para decir de un modo resumido el distinto modo que tiene de abrirse y de darse el varón y la mujer, se podría decir que la apertura constitutiva que tiene cada persona tiene dos modalidades: el varón se abre de un modo peculiar: hacia fuera, La mujer también se abre a los demás con su modo: hacia dentro, acogiendo.
En este sentido, el modo de procrear, aunque indudablemente no es el único ni el más importante modo de amar, presenta de una manera plástica lo que se quiere decir. El varón al darse sale de sí mismo. Saliendo de él se entrega a la mujer y se queda en ella. La mujer se da pero sin salir de ella. Es apertura acogiendo en ella. Su modo de darse es distinto al del varón y a la vez complementario, pues acoge al varón y a su amor. Sin la mujer, el varón no tendría dónde ir, sin el varón, la mujer no tendría qué acoger. La mujer acoge el fruto de la aportación de los dos y lo guarda hasta que germine y se desarrolle. Todo este proceso, aunque él es también protagonista, ser realiza fuera del varón.
¿Cómo expresar esta apertura antropológicamente? Es un nuevo campo de la filosofía que Blanca Castilla llama «antropología diferencial».

“Así, si la metafísica trata con substancias y la antropología conjuga pronombres, descubrir la condición sexuada dentro de la persona solo se puede hacer con preposiciones, que son los términos gramaticales que describen las relaciones. Al varón le correspondería la preposición desde, pues parte de sí para darse a los demás. A la mujer le correspondería la preposición en, pues se abre dando acogida en sí misma. La persona varón se podría describir, entonces, con ser-con-desde, y a la mujer, como ser-con-en. ”
[3]

Alguien podría pensar que entonces el acto de ser de cada persona es incompleto. Pero no. Cada uno, varón y mujer, tiene su propio acto de ser, solo que no agota el tipo de actos de ser-con humanos. Si volviéramos a preguntamos en qué dimensión de la persona se enclava la condición sexuada, habría que decir que ambas dimensiones son inseparables, por eso es difícil la respuesta. Sin embargo, en la autopropiedad del propio acto de ser y en la autodeterminación no hay diferencia, sino identidad entre varón y mujer. Parece que es en la dimensión de apertura donde se puede encontrar esa diferencia ontológica complementaria. Este modo de darse diferente y complementario se da en todos los campos y en todas las relaciones humanas heterosexuadas, y apoyándose en la dimensión constitutiva de apertura que la persona tiene podría dar lugar, como se ha dicho, a dos modos de ser persona: la persona femenina y la persona masculina

4. Varón y mujer constituyen una dualidad relacional

La realidad humana sería, entonces o ser-con- desde o ser-con-en. Ahí radicaría la principal diferencia entre varón y mujer; en dos tipos de personas distintas, que se abren entre sí de un modo respectivo diferente y complementario.
La diferencia sexual humana se trataría, entonces, de una diferencia en el interior mismo del ser. Y teniendo en cuenta que el ser humano es personal, sería una diferencia en el seno mismo de la persona. En efecto, lo distinto a la persona -en su mismo nivel- tiene que tener el mismo rango, no puede ser, por tanto, sino otra persona.
Afirmar que la diferencia varón-mujer es una diferencia en la persona supone, por otra parte, haber anclado la diferencia definitivamente en la igualdad varón y mujer, cada uno es persona. Tienen la misma categoría; la diferencia entre ellos posee el mismo rango ontológico. La diferencia no rompe la igualdad. Y es;" personas distintas al ser complementarias y ontológicamente forman una unidad, que Karol Wojtyla ha denominado “unidualidad”.
[4]. Y esta unidualidad de la que procede la familia tiene consecuencias, o debería tenerla, en todo el campo laboral y cultural. [5]. Lamentablemente muchas veces el reconocimiento de las diferencias y la constatación de la complementariedad se cristalizaron en subordinación y sometimiento de la mujer por el varón basados en un sistema patriarcal y machista que no se puede de ningún modo justificar ni el la naturaleza y menos aún en la revelación
Todas estas cuestiones planteadas por Karol Wojtyla suponen una revolución pacífica, no solo en el campo de la teoría antropológica, sino también sino también en el ordenamiento social.
Criterio constructivista de género

Según esta postura no hay dudas que las conductas sexuales construidas socialmente tienen un fundamente fisiológico pero la fisiología nunca puede proporcionar pasión, elección de objeto, identidad o motivos. Estos provienen de la dinámica y cambiante construcción social. El cuerpo como tal no produce su propia significación. Son las relaciones sociales y la estructura psíquica las que construyen esos significados.
Esta escuela que nos habla de la construcción social de la significación sexual se contrapone con la escuela “esencialista” que sostiene que existe una explicación que se construye a partir de un ser específico, de una ontología preexistente, de una naturaleza o de una identidad que está más allá de la construcción de significados sociales.
En cambio la escuela constructivista afirma que la interpretación histórica de la sexualidad supera el esencialismo sexual porque, si aceptamos que nuestra identidad se construye en un marco relacional, no podemos afirmar que nuestras identidades o nuestras posibilidades de conducta o de relación sean fijas e invariables. Las relaciones sociales son las que dan sentido y riqueza a nuestra comprensión de la sexualidad. Esas relaciones van construyendo la identidad en el tiempo y en el espacio. Esta forma de ver la identidad sexual nos lleva a poner el énfasis en lo que hacemos y no en los que somos. Nuestra comprensión de la sexualidad, desde esta perspectiva constructivista, nos lleva a entenderla como una realidad dinámica, abierta, cambiante y en relación con otros y otras. No se construye en el vacío, se construye junto a otros y otras. Es necesario reconocer que todas nuestras relaciones sexuales, nuestros sentimientos, y lo que pensamos sobre ellos han sido configurados por fuerzas históricas y forman parte de un cuerpo imaginario, simbólico y material fuertemente entrelazado.
Estos conceptos sobre la sexualidad forman parte de la cultura en la cual vivimos que a su vez “es un proceso social de producción de sentido en relación con los hechos socioeconómicos [y sexuales] y no debe ser estudiada fuera del sistema socioeconómico y de los hechos sociales” Todo texto exige su contexto como para poder comprender el encuadre teórico que nos permite comprender su formulación actual[6]

[1] Sostenida por el magisterio actual de la Iglesia. Cfr. Teologia del cuerpo de Juan Pablo II, en las audiencias generales de los miércoles desde 1980 a 1984
[2] Blanca Castilla de Cortaza Larrea Varón y Mujer en la teología del cuerpo de Juan Pablo II. Arvo Net, 2 de marzo de 2006

[3] Blanca Castilla de Cortaza oc
[4] Carta a las mujeres, VI-1995, n. 8.
[5] Ibidem
[6] Cfr. Elisabeth Schuster Fiorenza: “In memory of Her: A Feminist Theological Reconstruction of Christian Origins. Crossroads, New York. 1992

La sexualidad y la intimidad
Wilkie Au y Noreen Cannon


Nuestros esfuerzos por amamos no pueden excluir a la sexualidad, nuestro yo encamado. Una espiritualidad que niegue al cuerpo, como si no tuviera importancia alguna en la vida del amor a Dios y a los demás, da lugar a una división que acaba por mutilar nuestro crecimiento espiritual. Igualmente dañinas son las actitudes que oponen el cuerpo al espíritu, fomentando la convicción de que la sensualidad y la sexualidad son actitudes anticristianas e incluso pecaminosas. Lejos de eso, una espiritualidad cristiana global considera que la sexualidad está intrínsecamente relacionada con nuestra capacidad para amar porque nuestra relación con el prójimo se lleva a cabo en calidad de personas corpóreas y tiene lugar entre seres sexuales. Muchos de cuantos crecimos en ambientes que cultivaban el temor a la sexualidad por tratarse de algo "sucio" o "reprobable," nos acercamos al mundo de la sexualidad como si fuera algo que no tuviera nada que ver con nosotros. A menudo nuestra sexualidad está confinada a la sombra, donde se ve rechazada y condenada al exilio, lo que hace que nuestros corazones se enfríen y resulte imposible una entrega generosa y gozosa.
Toda la cuestión de la sexualidad está rodeada de ansiedad, prejuicios, culpa y una absoluta ignorancia, hasta el punto de que tenemos que acordamos una y otra vez del verdadero sentido de la encarnación, esto es, que Dios se hizo carne para ser uno con nosotros. Cristo, la Palabra hecha carne, estableció su hogar en el cuerpo humano, "puso su carpa entre nosotros", que también es para nosotros nuestro hogar. Cuando negamos la bondad de nuestros cuerpos, estamos rechazando a Dios, que escogió tener un cuerpo. Aunque la sexualidad de Jesús no se menciona de forma explícita en los Evangelios, no debemos pensar por ello que Jesús no fue tan humano como nosotros o que fue un ser asexuado, con mayor proporción de espíritu que de cuerpo. Por el contrario, el retrato que tenemos de Jesús a través de los Evangelios refleja la figura de un hombre cuya sexualidad irradiaba hacia los demás, incorporándolos en una vinculación íntima con su persona. Con frecuencia, movido por la compasión, se acercaba espontáneamente a tocarles (Mc 1, 42), a darles de comer (Mc 6, 30-34), o los abrazaba (Mc 10, 16) dando muestras de un amor tan grande que necesitaba ser expresado más allá de las palabras, con todo el cuerpo. Como seguidores de Jesús, la sexualidad tiene una importancia central en nuestro viaje hacia la integración y la santidad. Tan sólo cuando nos sintamos en casa en nuestro cuerpo, aceptando la gracia que supone sabemos seres sexuales, seremos capaces de abordar libre y confiadamente las relaciones y compromisos que acompañan a la vivencia del amor.

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