MARTES 01 DE DICIEMBRE DE 2009

TALLER SOBRE LA VOCACIÓN

Desde que el hombre es hombre, la vida es su tema.



El tema que trató sin dejar de tematizar, de abarcar con su comprensión.


De nombrar con su escuchar.


La fuerza vital, su omnipresente travesía, permea desde las raíces a los filamentos de todo verdor sobre la tierra, desde la piel a la sangre del latido de cada animal, desde el ínfimo electrón a la vastedad sideral…


En el viento la vida silba, ruje en las fieras, se dice de tierra en el canto de los grillos…


Irrumpe el trueno o se serena murmullo de un arrollo…


Chirría bajo las ruedas de un tren, estalla fragmentos en el ruido de una calle…


La vida lo atraviesa todo sin ser formulada, sin devenir palabra.


Es sólo en el hombre donde la vida se dice. Se reflexiona.


Se vuelve voz.


Hasta se canta. Se reúne coro.


Celebración.


También se grita, aúlla o amordaza.


Salta plegaria.


O se congrega en un suspiro, en la expresión final.


Muere: calla


… La vida no es conmensurable en el lenguaje, pero sólo en la palabra la vida es vida.



Como si la vida hiciera del hombre el lugar donde escucharse vivir.


Como si hiciera de esa existencia, la humana, el lugar de su revelación.


O como si la vida humana fuera eso: la revelación de la vida, su anunciarse.



Por y en la palabra el hombre realiza la epifanía del mundo: la palabra ilumina.


Abre, disipa, en la noche de lo cósico, en la opacidad de la materia, en el caos de lo indiferenciado, un enclave de diurnidad.


Un ámbito de significado.



El hombre está destinado –no puede no hacerlo–, a llevar el mensaje del ser de las cosas, porque el hombre es en sí mismo develador: en sí mismo lleva el testimonio del ser de esas cosas.



Lleva el ser que, al darle voz, lo diferencia de esas cosas.



El hombre es en su esencia intérprete del sentido de la existencia.


Mediador.



Su esencia es comprender el ser que él mismo lleva en sí y que reconoce conociendo las cosas.



La palabra, diciéndola, lleva la cosa, la conduce a su lugar en el plexo de la totalidad. En el acontecimiento verbal que llamamos mundo.


En la narración humana que llamamos historia.


Libera a la nota del pentagrama.


La ejecuta en la sinfonía ecológica de la realidad que llamamos cosmos.


Hugo Mujica

No hay comentarios: