MARTES 3 DE NOVIEMBRE 2009

ENCUENTRO TALLER: LA HERIDA Y EL MANANTIAL
Tomado del libro “Crecer bebiendo del propio pozo”, de Carlos Cabarrús S.J.

Una de las manifestaciones de la herida, es la baja estima personal. Brota de la herida y la retroalimenta.



Una estima adecuada se construye sobre estos cuatro puntos cardinales:

1. Capacidad de reconocer las propias cualidades

2. Capacidad para reconocer y trabajar los defectos personales. Reconocerlos y trabajarlos, es decir, no usarlos como justificación de la manera de ser, sino querer y hacer cosas consecuentes con esto, que permitan irlos superando poco a poco, que haga posible que vayan perdiendo magnitud.

3. Capacidad para reconocer y celebrar las cualidades de los otros.

4. Capacidad para acoger y soportar los defectos de los otros. Es decir, capacidad de no ser implacables antes los defectos de los demás.


La baja estima es un fenómeno auditivo; tiene que ver con un sistema de voces que hablan desde dentro a la misma persona: las voces que están grabadas y que le quitan su valor. Son voces negativas que dijeron en su casa (mamá, papá, hermanos), los amigos, La Iglesia, el colegio, la sociedad… “no vales, eres tonto, no sirves, nunca hablas, no sabes, no entiendes, eres pero que... etc..”.


Hay unos indicadores que ayudan a evaluar la baja estima:

Autocrítica rigorista: ¿Me siento siempre o con mucha frecuencia mal conmigo mismo?

Hipersensibilidad a la crítica: ¿Me siento siempre o con mucha frecuencia atacado/a y tengo resentimientos?

Indecisión crónica: ¿Tengo miedo exagerado a equivocarme? ¿Me cuesta tomar decisiones?

Deseo excesivo de complacer: ¿Puedo decir que no? ¿Hago cosas para que me quieran? ¿Siento que compro el afecto?

Culpabilidad neurótica: ¿Me condeno por conductas no siempre malas objetivamente? ¿No es tan malo, pero yo en mí no lo perdono?

Hostilidad flotante: ¿Me siento de ordinario agresivo?

Actitud supercrítica: ¿Me siento mal, me disgusta, me decepciona casi todo? ¿Todo tiene su “pero”?

Tendencia depresiva: ¿Me siento muchas veces deprimido?



La calificación (autoevaluación) de cada uno de estos ítems de 1 (nunca) a 10 (siempre), da una idea del nivel de estima. Puntuaciones iguales o superiores a cinco, dan una indicación clara de una baja estima.



Decíamos que nuestro corazón tenía dos caras. Hemos incursionado en el lado oscuro, en el lado de la parte vulnerada; vamos a hacerlo ahora en la parte lúcida nuestra. ¡Ese rostro positivo que poco conocemos, pues lamentablemente pocas veces nos permitimos entrar en él e, incluso, pocas veces tenemos alguna conciencia de que existe, de que es lo más hondo, valioso y auténtico de nosotros mismos!

Cuando se ha hecho un proceso que ha permitido reconocer y hacer un camino de curación de las heridas, y se ha logrado hacer consciente el proceso vulnerado que se ha vivido y el patrón de conducta negativo que se ha desprendido de allí, se abre entonces la posibilidad de reconocer y hacer un camino de redención, acogiendo y potenciando el pozo de la positividad y de las energías vitales. Este es el camino que lleva a desarrollar plenamente la dimensión humana: limpiar la herida desde el propio manantial.

Todo ello nos lleva a permitir la planificación de la existencia, que consiste en la capacidad de crear el amor y las condiciones para el mismo, y que se trasluce en unas relaciones armónicas conmigo mismo, con las demás personas, con el entorno y con Dios. Y en esto también Ignacio de Loyola nos dio su legado. ¡Cuando nos invita a reconocer la acción del mal en nosotros, no es para que nos quedemos en él sino para que justamente lo quitemos y le permitamos al bien –que existe y crece al interior de nuestra propia vida– manifestarse en nuestro modo de ser, de relacionarnos, de actuar...!

Reconocer nuestro pozo también tiene cierta facilidad, si –como nos sugiere Ignacio– aprendemos a evaluar lo que hacemos y sabemos analizar la realidad y la manera como podemos actuar en ella.

Esto significa que el crecimiento personal es un compromiso que sólo es posible si se nutre con el agua del propio pozo, el agua que nace del manantial interior. Es decir, tu manantial interior alimenta el pozo de tus cualidades, de tus potencialidades y hace que brote al exterior el rostro positivo de tu corazón. Detengámonos ahora un poco en tus potenciales...



Algunas ocurrencias para autoevaluarme

Tengo muchas cualidades y, tal vez nunca he hecho una cosecha de lo positivo:

• ¿Cuáles son esas cualidades que más valoro en mi misma/o?


• ¿Cuáles son las que me dicen con mayor frecuencia, aunque me cueste aceptarlas?


• ¿Cuáles me hacen sentir gozo, gusto por tenerlas?


• ¿Cuáles me han causado dificultades? Lo más importante es conocer mis fuerzas internas personales que alimentan ese cúmulo de cualidades.


• ¿Qué fuerzas mías nunca me abandonan sino que me han hecho salir de las situaciones difíciles?


• ¿Qué es eso que me da más intimidad, más identidad, más sentido?


Las enumero, porque por ahí ha de estar mi manantial...


Recolección de mis cualidades

El objetivo de este ejercicio es tener un contacto con las cualidades personales. Hago la lista de todas mis cualidades (las que conozco y las que me dicen) y las califico de 1 a 10 según lo sé (porque me lo han dicho) o lo siento


• Las reorganizo en manojos: cabeza, corazón, relación con Dios....

• Estudio el cuadro, lo analizo.... ¿Qué congruencia hay entre lo “lo sé” y “lo siento”. Comparo las puntuaciones.

• Del estudio del cuadro saco el NER, fijándome en el número total de cualidades y en qué grupo tengo mayor número de ellas. ¿Qué elementos paso por alto o descuido?


Un cuento para cerrar…

“Cuenta la leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea usando dos grandes vasijas sujetas en las extremidades de un pedazo de madera que colocaba atravesada sobre sus espaldas. Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.


Durante unos años, el hombre hizo el mismo trayecto, la vasija más joven estaba siempre orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aún sabiendo que aquellas rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.


Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre preparaba para sacar agua del pozo, decidió hablar con él:


- Quiero pedirte disculpas ya que debido a mi largo uso, solo consigues entregar la mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.


El hombre sonrió y le dijo: “Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino”. Así lo hizo, Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y plantas.


- ¿Ves como la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? –Comentó el hombre-. Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho. Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tu no fueras como eres, ¿Cómo podría haberlo hecho?


A mayor Gloria de Dios::...

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