Lunes Santo...

…El no levantará la voz…


Entramos en la Semana Santa, seis días antes de la Pascua, en la cena en Betania. Comienza la cuenta regresiva para la muerte de Jesús. Estar en el lugar “donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos”, conecta lo que acababa de suceder –la experiencia de fe en la resurrección- con la Pasión de Jesús que está por comenzar.

Vamos a hacer en primer lugar un camino desde el amor y la adoración, dejándonos llevar por la imagen de María. Ella tomando la iniciativa, le rinde el homenaje de su cariño: lo unge con perfume de nardo puro, importado, y en abundante cantidad. Su costo de “trescientos denarios”, es el equivalente de trescientos jornales para quien trabaja en el campo. ¡Era mucho dinero! El amor agradecido de María, es un amor que se desborda completamente.

Pero también descubramos que en este camino , no todo es amor. En el mismo lugar, está Judas Iscariote, que reacciona negativamente frente al gesto de María de Betania. El reproche que hace, refleja su incapacidad de ver más allá. Además, las motivaciones de Judas son ocultas e interesadas, está pensando en sus propios intereses.
Jesús le va a dar la correcta interpretación al gesto de María: “Para el día de mi sepultura”. Este es el gesto de fe, de una persona que ha centrado todo en la persona de Jesús, y ha entrado en el misterio de su Cruz.

Reafirmará Jesús con la frase “porque pobres siempre tendrán con ustedes”, que no es una negativa para el servicio a los pobres, sino precisamente lo contrario, el efecto de la muerte de Jesús en el corazón redimido por Él, se expresará luego en el amor a los hermanos . La Cruz de Jesús purifica y encamina todo amor. Judas va en contravía de esta propuesta.
Finalmente, entran en escena los sumos sacerdotes, quienes también reaccionan negativamente frente a Jesús, porque muchos judíos se les iban y creían en Jesús.
Judas, es incapaz de abrirse al amor. Los sumos sacerdotes son incapaces de creer, aún frente a la evidencia. Es así como en torno a Jesús, surge el conflicto entre los que aman y buscan la vida, y los que solamente piensan en tramar acusaciones, trampas y muerte.

Frente a la fuerza de la amistad, se revelan también los secretos motivos ocultos de la mezquindad, la superficialidad y la maldad que también habitan en el corazón del hombre. Este es el pecado: no querer dejarse interpelar, ni llamar, ni transformar por el lenguaje del amor de Jesús.

Para discernir

¿Calculo mi entrega al Señor?
¿En qué le mezquino mi entrega?
¿Dónde no lo dejo llegar?
¿Con cuál de los dos discípulos me identifico más? ¿Por qué?

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