Miercoles Santo...

…El Hijo del hombre será entregado…

Hoy, miércoles santo, leemos el tercer canto del Siervo. Sigue ladescripción de la misión del Siervo, pero con una carga cada vez más fuerte de oposición y contradicciones. La misión que le encomienda Dios es: saber decir una palabra de aliento al abatido. Pero antes de hablar, antes de usar esa lengua de iniciado, Dios le despierta el oído para que escuche.
También aquí triunfa la confianza en la ayuda de Dios, y con un diálogo muy vivo muestra su decisión de seguir adelante.

La comunidad cristiana vio a Jesús descrito en esos cantos del Siervo. Su entrega hasta la muerte no es inútil: así cumple la misión que Dios le ha encomendado, al solidarizarse con toda la humanidad y su pecado.
En el evangelio, leemos la traición de Judas según Mateo. Precisamente cuando Jesús quiere celebrar la Pascua de despedida con los suyos, como signo entrañable de amistad y comunión, uno de ellos ya ha concertado la traición por treinta monedas, que es el precio de un esclavo.

Sin dejar de pensar en lo que se acerca, Jesús ha previsto esta comida de Pascua con sus discípulos, porque su tiempo está próximo. No es una comida improvisada al azar: será una "comida pascual" evocando toda la tradición judía. El pan sin levadura, evocaba la salida rápida de Egipto, en la que no hubo tiempo de dejar fermentar la masa: comida festiva cantando una liberación.
En medio de este gesto religioso de profunda amistad, Jesús toma la iniciativa, y anuncia la presencia de las som bras de la traición. Esto provoca en cada uno de los discípulos tristeza e inseguridad. La entrega y donación absolutamente gratuita de Dios y de su Hijo, se transforman en entrega traicionera, ventaque desvaloriza el don, por un precio absurdo. Aquí es la codicia, lo que se presenta como el motor capaz de querer frustrar la amistad, y el querer del Dios de la vida. Lo traicionará aquel que coma de su mismo plato.

Jesús hace un gesto "de comunión": para un hebreo, tender a alguien el plato, es hacer un gesto simbólico de amistad. De parte de Jesús, no hay ninguna condena, sino que permanece su ofrecimiento de amistad. Jesús coloca a Judas ante su responsabilidad. Es Judas solo, el que se condena, al rehusar la tentativa de su amigo. Jesús estaba habituado a "comer con los pecadores", y esta tarde, no ha rechazado a un pecador... es Judas quien lo ha rechazado.

Él, como el resto de los apóstoles, esperaba de Jesús la instauración del Reino de Dios, en este mundo; y soñaba, al igual que los hijos del Zebedeo, ocupar un puesto de prestigio. Creía quese trataba de un reino como los de este mundo y lo seguirá buscando a su manera. El demonio tienta a querer cosas buenas, pero por el camino inadecuado. Pecado es procurar conseguir cosas buenas por camino equivocado.

No era más interesado o pecador que el resto de los Doce, todos acabaron abandonando a Jesús o negándole. Ninguno de ellos había experimentado todavía la conversión.
Toda traición siempre dice relación a un amor, a un vínculo, a un proyecto. En la medida que no respondemos al amor, actuamos en dirección opuesta. En la medida que no cuidamos un vínculo, nos desvinculamos. En la medida que no estamos de acuerdo con el proyecto en el que estábamos comprometidos, la traición se presenta en el horizonte. El seguimiento de Jesús es por un amor que crea un vínculo y que nos hace comulgar en un proyecto.

Un discípulo sin la fuerza y la pasión del amor, sin la fidelidad del vínculo y sin la claridad que exige asumir el proyecto de Jesús, será una mina de traiciones, desilusiones y amarguras. Aunque justifiquemos la traición, frente a ella nuestra alma quedará siempre herida.
El proyecto de Jesús está sometido a la libertad de nuestras opciones. Dios no puede ni quiere tocar nuestra libertad y acepta la posibilidad de nuestro rechazo.

La libertad siempre se ilumina y cobra verdad desde el amor. Junto a la libertad de entregar, de traicionar aparece la libertad de entregarse, de darse, que sólo se da en la perspectiva del amor.
Junto a la libertad humana, también se nos muestra la libertad de Dios: su omnipotencia, que es amor que se entrega desde su propio Hijo para que no seamos determinados para siempre por el pecado. Valorar este amor gratuito, conocerlo en profundidad y confiarnos en él hacen crecer en nuestra vida, un amor que supere la tentación de la traición y que sea capaz de levantarse arrepentido y confiado aún cuando se haya defraudado el amor de Aquel que nos amó hasta el fin.

Cada Eucaristía, es también una comida en la que Jesús nos ofrece la comunión con El. Cada misa es un gesto de Jesús hacia los pecadores que somos nosotros, siempre que no nos excluyamos nosotros al rechazar su amor.

Para discernir

¿Cómo se sigue repitiendo hoy la traición de Judas?
¿Cómo me preparo para comenzar mañana la celebración de la Pascua?
¿Qué me falta hacer?
¿Qué me invita a revisar este texto en mi relación con Jesús?

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