CÓMO CRECER EN LA COMUNICACIÓN

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CÓMO CRECER EN LA COMUNICACIÓN
Algunas puntualizaciones desde la espiritualidad

Intentaré tomar los bloques –tal como los veo yo– que la Hna. Inés trató con ustedes el martes 12 pasado, y cuyo material también han recibido por mail, para desde allí hacer algunas puntualizaciones.

VOCACIÓN A COMUNICARNOS
Comunicación es siempre, en algún sentido, comunicación con uno mismo. Hablo lo que reflejo y quiero ver reflejado. Estoy pidiendo algo cada vez que me expreso. Digamos que hablamos como emisores a un receptor en cuanto me va a devolver (reflejar) algo.

Por eso, creo que la secuencia es entre CUERPO – LENGUAJE (palabra de la madre) – METALENGUAJE – POSIBILIDAD DE COMUN/ACCIÓN (contenido y relación). Esta secuencia es así porque es un proceso a desarrollar o, como dice el subtítulo, una vocación.


EL LENGUAJE Y EL MISTERIO DE LA VIDA
“La vida merece ser contada” se refería en la anterior charla, citando a Paul Ricoeur; nosotros podríamos agregar, parafraseando a Heidegger, que también merece ser develada.

Pero en los múltiples usos del lenguaje, se cuelan nuestras búsquedas, o más bien nuestro retaceo a la búsqueda de la verdad. ¿Queremos decir lo que sentimos, lo que pensamos? ¿Queremos saber realmente lo que piensa y siente el otro?

Por eso es que también nos resulta tentador el discurso; el de los celulares, por ejemplo, el de lo objetivo de la ciencia o de nuestros saberes.

¿Toda comunicación tiene los mismos presupuestos y objetivos? ¿Qué significaría “charlemos o conversemos de esto”? ¿Es una propuesta que uno hace en cualquier contexto y a cualquiera?

Hay comunicaciones que plantean contundentemente cuestiones, y no son de tono dialogal en el sentido corriente de la palabra (cartas, documentos, proclamas, narraciones, etc.). Otras son formales o “formateadas” y logran perfectamente su objetivo (una negociación, una entrevista diplomática, una mediación judicial o un careo). ¿Nos interesa la comunicación íntima?

COMUNICACIÓN PLENA?
Una comunicación plena sólo la tiene la PALABRA que es el Verbo encarnado. Porque manifiesta lo que es en lo que hace y dice, y NO OTRA COSA QUE LO QUE ES. Los nuestros son intentos de balbuceo, son aperturas a un más allá que continua, siempre acompañada de contradicciones, desmentidas, autoengaños y contrarios.

San Gregorio de Nisa decía: “Siempre que nos sintamos impulsados a obrar, pensar o a hablar, debemos procurar que todas nuestras palabras, obras y pensamientos tiendan a conformarse con la norma divina del conocimiento de Cristo, de manera que no pensemos, digamos, ni hagamos cosa alguna que se aparte de esta regla suprema.”

Debemos despejar toda ilusión de certeza (de lo que me dice el otro por ejemplo), con más preguntas humildes que afirmaciones contundentes.

En esto y en lo que sigue, veo la orientación de los aportes de las “claves” de una comunicación plena y de los elementos emocionales o íntimos de la misma, que aparecen en los Anexos mandados por Inés.

Es la posibilidad del DIA–LOGOS, es decir de la circulación de querer uno y otro encontrar un logos o sentido o razón de ser, que estamos buscando. Exige un constante ejercicio de correrse del centro en un silencio implícito de escucha, para dejar que la verdad (logos) de cada uno se manifieste, que nos interfiera, que nos obligue a repensar y replantear hacia una apertura nueva.

La comunicación como problemática, nos plantea en realidad el desafío de la ESCUCHA (a los otros y a nosotros mismos, al absolutamente Otro), ligado en nuestra espiritualidad a la práctica del discernimiento.

Al respecto, sería interesante ver las distintas escuchas y coloquios (cómo es la postura y la actitud según a quién o quiénes van dirigidos: a los santos, a la Virgen, al Hijo, al Padre, al confesor, al acompañante, etc.) que propone San Ignacio en los Ejercicios.

P. Fernando Cervera, SJ.

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